La Caperucita y el Lobo: La mejor y más deliciosa versión posible del cuento




Dirección: Av. Ferrari 75 Fono: +56323172798 Mail: contacto@lacaperucitayellobo.cl / Horario de atención: Martes a Sábado de 12:30 a 15:30 y 20:00 a 23:00 - Domingos 12:30 a 15:30 hrs.



Para comprender la lógica y dinámica de La Caperucita y el Lobo tienes que conocer a sus dueños. Leo y Carolina SON la caperucita y el lobo, en la mejor versión posible del cuento. La caperucita es una mujer empoderada, empresaria, profesional, hermosa en el más amplio sentido de la palabra y el lobo es cálido, chucheta, apasionado, de sentidos agudos y un cazador de objetivos claros. Ambos resultan una pareja que es infinitamente difícil de imaginar por separado para que ocurra la magia.



Hace algún tiempo me dijeron que eran, por lejos, el mejor restaurante de Valparaíso y tuve que ir a verlo por mi misma.

La entrada tiene su magia. Pero este bosque en realidad es una escalada hacia una de las terrazas más privilegiadas en cuanto a vista panorámica de la bahía se refiere: queda justo al centro y puedes verlo prácticamente todo.



Me recibe Leonardo de la Iglesia: el chef, con su uniforme impecable y sus pinzas en el bolsillo (me siento como en un capítulo de Chef Table -si no la has visto y te gusta la gastronomía, lo puedes encontrar en Netflix y es buenísimo-. Su saludo es cálido y me hace sentir, literalmente, en casa de amigos.



Pronto se suma Carolina Gatica a la conversa y lo entiendo todo. El proyecto La Caperucita y el Lobo es un cuento maravilloso, donde cada uno de sus personajes cumple un rol fundamental en esta historia de 5 años, que se ha construido familiarmente en el mismo lugar que sus abuelos eligieron para convertir en su hogar, hace ya 63 años.

La casa es de la abuela de Carolina y fue bellamente construida con los restos de la desaparecida iglesia del Espíritu Santo, antes de la década del 60 (año 1954, según aparece en la página web) a medida que fue creciendo la familia.


La dueña de este hermoso restaurante es la hija del 5° retoño de esta familia de 9 hijos que se asentó en los albores del sector.



Claramente, la construcción fue creciendo a medida que fue creciendo también la familia.  hasta que los chicos decidieron emprender en el lugar, modificando el uso de esta hermosa construcción y fue todo un acierto.

Las instalaciones del restaurante son realmente bellas y todos los detalles han sido cuidadosamente dispuestos. Acá hemos dejado la vida me comenta Leo cuando caigo rendida al ver que en un perchero está, ni más ni menos, que la capa de caperucita.



Estoy en mi salsa

Entrar a Ferrari 75 es una invitación a disfrutar de absolutamente TODOS los sentidos. La vista es hermosa, la casa es increíble, pero además, se sienten los exquisitos perfumes de la cocina los que, lejos de ser invasivos, son una incitación al sibaritismo. De fondo suena bossa nova y los pajaritos cantan. Nada puede ser más perfecto.

Leo se toma el tiempo del mundo para enseñarme todo el valor del restaurante, pero cuando hablamos de gastronomía es cuando le brillan los ojos.

Acá trabajamos con comida estacionaria, por lo tanto la carta cambia. Tenemos un menú primavera-verano y otro otoño invierno. 

Para nosotros es importante ofrecer la mejor calidad en los ingredientes, que se van a traducir en el sabor de todo lo que acá preparamos. 

Además, nos encargamos de conocer a nuestros proveedores, que son productores locales, ya que ellos son nuestros mejores compañeros en esta labor culinaria. El rol de quien cultiva hoy es tan importante como el de quien cocina ya que los sabores son diferentes a los que consigues con aquellos productos de producción masiva. Por ejemplo, nosotros compramos la mantequilla a un productor que la elabora con los procedimientos de antaño y el sabor es radicalmente distinto. 




En este punto de la conversación hablamos del fomento a la producción local, de la generación de empleos y de cómo se ha ido perdiendo la calidad de lo que comemos como consecuencia de la falta de tiempo y otras vainas. Estamos en la misma sintonía.



Otro sello distintivo es que, casi todos los productos que se pueden preparar, se hacen en casa: el pan, las pastas, incluso los pescados ahumados se ahúman ahí mismo. El sello de El Lobo está en todas partes y la Caperucita se encarga de lo dulce. Nada podría salir mal.



Afortunadamente, la conversación se extendió más de lo esperado y la hora de almuerzo me pilla in situ. Leo me ofrece algo de comer y tendría que ser descerebrada para decir que no. Finalmente las acciones valen más que todo lo que me puedan contar.

Me siento en la terraza y espero paciente la sorpresa.

La atención del maître es estupenda y prontamente llega un plato increíble a la mesa: el mejor lingüini  (linguine) con salsa de callampas, mollejas asadas y aceite de trufas que he comido EN MI VIDA. Inmediatamente me siento como Ego, de Ratatouille. Es imposible no hacer el alcance. 

Después de esto, no puedo seguir pensando en nada más que en "bendecir" a aquel que me recomendó La Caperucita y el Lobo. Me llevo conmigo una de las mejores experiencias culinarias y la grata sensación de haber ganado a dos grandes amigos.



Este cuadro está en la cocina, como arenga o principio, se nota que les gusta lo que hacen.

















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